Boletín Homeopático


ENERO 2009

Creatividad y Sentido Estético de las Grandes Personalidades Homeopáticas I
Por el Dr. Gilberto Quintero Ramírez

   Los medicamentos homeopáticos más importantes de la Materia Medica, vistos como entidades vivas y coherentes, como historias biopatográficas que evolucionan y pugnan por alcanzar sus metas, con sus filias y fobias, constituyen uno de los niveles más elevados del quehacer homeopático: El tratamiento a nivel de la personalidad, conocido antiguamente como tratamiento constitucional, aquel que más que tratar, curar y diagnosticar al enfermo o a la enfermedad, lo hace en el individuo, el ser humano; recordándole a la economía completa del sujeto, a su mente y a sus emociones, sus potencialidades de trascendencia y su autodefinición ontológica: ¿Qué está llamada a ser cada persona desde su propia historia y su propia individualidad? De ahí que, además de todo lo que caracteriza el pensar y el sentir, sea de relevancia especial la forma en que cada uno de ellos crea y recrea lo que le rodea, cómo perciben la armonía y la belleza y qué les es grato y estético a cada uno de ellos.

China, Ignatia y Silicea conforman el trío de los remedios más refinados, aquellos que son capaces de percibir con más nitidez y sensibilidad, y de manera relativamente innata, lo que es sublime y bello, diferenciándolo de los más zafio, burdo y basto. Las mujeres Ignatia son quizá las más refinadas y artísticas de la Materia Medica, hay en ellas un impulso esencial hacia el arte, y desde muy pequeñas tienden a imprimir un toque de creatividad a todo lo que hacen. Su refinamiento es tan perceptivo como activo. Ignatia es el medicamento paradójico por excelencia, de ahí que su mente sea aguda y perceptiva, lógica y objetiva, pero a la vez muy intuitiva, propositiva, estética y sensible. Ignatia es capaz de desarrollar todo tipo de expresión artística, desde la musical hasta la corporal. Aurore Dupin que escribía con el pseudónimo de George Sand es un claro ejemplo de la artista Ignatia. El refinamiento de China, por otro lado, se caracteriza y se define por la sutileza. Su refinamiento es una suerte de intolerancia a todo lo que es denso y pesado de la vida; suelen ser mujeres que tienden a aislarse del mundo y sus manifestaciones más áridas y ríspidas, su expresión artística tiende a lo conceptual, a la poesía y la pintura, pero con grandes dosis de espiritualidad, misticismo y simbolismo. Tanto Santa Teresa de Ávila como la poetisa norteamericana Emily Dickinson caen en esta personalidad. En cambio, Silicea posee un refinamiento más práctico y objetivo, si Ignatia busca la expansión y la novedad, y China lo sublime, Silicea va en pos de la optimización. Para ella no hay nada más deleznable que perder el tiempo y los recursos. Su creatividad está sustentada en la disciplina más constante y minuciosa, es autoexigente y racional, pero también posee una agudeza mental que le permite desarrollarse, con pensamiento profundo e integridad, abstracción, simbolismo y erudición en todos los ámbitos de la ciencia y del arte. Borges es un buen ejemplo.

   Phosphorus es otra personalidad sumamente creativa y con gran sentido del arte, todo en ella está matizado de ingenio, ebullición creativa y belleza; Phosphorus tiende a ser barroco y sin estructuras, a la vez que ligero y muy personal, dejándose llevar por sus impulsos espontáneos y un deseo de plasmar su interior de manera muy personal y poco constante. Romántico, muy sensible y lábil a las circunstancias personales de su vida, Phosphorus ve el arte como algo subjetivo e interior, aunque puede tener manifestaciones creativas de gran explosividad e innovación, con gran fuerza y carga emocional. La creatividad phosphorica, como la de Disney o la de Andy Warhol, responde a las necesidades de las masas y de la psique colectiva, pero, bajo esa aparente ligereza, hay algo inmanente y etéreo. Sepia, en estado de relativo equilibrio, tiende a manifestarse artísticamente de manera corporal, sobre todo mediante la danza y el teatro, pero su forma de bailar e interpretar ha de caracterizarse por una gran individualidad y una libertad de formas y estructuras; Isadora Duncan, la creadora de la danza moderna es un retrato excepcional de este medicamento. Natrum mur es el artista popular y famoso, ligero y querido, pero profundamente deprimido y culposo. Son artistas que difícilmente suelen trascender y cuyas vidas se caracterizan por grandes conflictos consigo mismos. Son los artistas de moda y de la moda.

   Sulphur, por otro lado, puede ser un artista genial, pero también es tan personal y a ratos tan egocéntrico y apático, que su obra puede ser muy escasa y dispareja. Todo su quehacer artístico está matizado de su profunda visión filosófica; pero también puede ser el artista obsesionado con todo lo que llama su atención, al grado de desconectarse de la humanidad con tal de alcanzar sus anhelos creativos, los cuales son tan individualistas que no siempre serán bien entendidos ni aceptados por los demás. El poeta Walt Whitman fue un Sulphur pleno, tanto en su personalidad como en su aspecto físico, así como William Blake, poeta, pintor y místico.

   Los nosodes se caracterizan por ser altamente creativos, con rasgos plenos de genialidad, y aunque pueden ser extraordinariamente creativos e innovadores, muchas veces su capacidad artística implica un alto precio para su integridad. Carcinosin es un verdadero genio, el más precoz a nivel intelectual de la Materia Medica, su quehacer artístico y estético siempre estará matizado de una profunda implicación racional y objetiva, al estilo de Da Vinci y de los grandes pensadores renacentistas, más que un artista es un intelectual analista, capaz de ver lo que otros no pueden ver ni entender. Su creatividad es tendiente a la abstracción a la representación matemática. Por otro lado, Syphillinum tiende a los estallidos de creatividad desbordante, pero a costa de un gran deterioro e inestabilidad personal (Beethoven, Baudelaire, Van Gogh), pueden ser genios con mucha carga de autodestructividad y violencia contenida o tangencial. Tuberculinum puede reconocerse por una efusión obsesiva de creatividad artística, su obra está sustentada en el descontento vital que se convierte en su motor vital, estos individuos literalmente desgastan su vida en la creación de obras colosales y casi imposibles. Muchos poetas románticos, como Keats, caen en esta clasificación, así como el mismo Chopin, muy Phosphorico en sus inicios, pero tuberculínico hacia el final de su vida.

   Aurum metallicum, aunque no es típicamente un artista ni alguien creativo, puede decantarse hacia las actividades estéticas y buscar crear algo monumental que lo haga inmortal; como los nosodes, puede dedicarse en cuerpo y alma en su labor, hasta consumirse completamente. Su creatividad, como en Tuberculinum, tiene una gran dosis de obsesión y perentoriedad pero no está sustentada en el descontento sino en la más grave minusvalía y no merecimiento. Busca crear la obra inmortal para expiar su culpa y lograr el merecimiento de la vida. Más que un gran contenido artístico, lo que en él destaca es la implicación personal que imprime en lo que hace; suelen ser autores de una sola obra. 

 
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