› MAYO 2010
¿Qué es la Semiología Homeopática?
Por el Dr. Gilberto Quintero Ramírez
La semiología homeopática es probablemente el engrane central de todo el saber y de toda la práctica homeopática. La semiología homeopática conecta los cuatro grandes ejes del conocimiento homeopático: 1. La Materia Medica (conocida también como Farmacodinamia); 2. La Filosofía homeopática (las bases y principios de la Homeopatía).3. La Terapéutica y 3. La Clínica.
La Materia Medica o Farmacodinamia se encarga del estudio de los signos y síntomas de los medicamentos, es decir de las Patogenesias; la Filosofía Homeopática estudia y analiza los sustentos teóricos de nuestra práctica, sus bases, leyes y fundamentos. La clínica permite la comprensión cabal de todas las manifestaciones patológicas del paciente y su identificación individual para su correcto tratamiento; asimismo, la Terapéutica Homeopática estudia la acción de los remedios sobre los pacientes, su poder curativo en determinadas afecciones y su eficacia.
Sin embargo, la Semiología, al estudiar el significado intrínseco de los síntomas del paciente, es capaz de conectar conceptualmente estos cuatro ejes. Gracias a ella es posible enlazar la parte más teórica de la homeopatía con la parte más práctica, funcional y cotidiana, y sobre todo es posible aterrizar y traducir las vivencias subjetivas más significativas e importantes del paciente. Gracias a ella podemos comprender al enfermo cabalmente y de esta manera encontrar su medicamento más semejante, integrando la clínica con la terapéutica, y llegando finalmente a la curación.
La semiología, en el sentido más amplio de la palabra, es una rama de la epistemología, que es la ciencia que estudia el conocimiento. La semiología se define como el estudio de los signos, su estructura y la relación entre el significante y el concepto de significado. En palabras más sencillas, la semiología (conocida también como semiótica) estudia el significado “verdadero” de los signos (entendiendo por signos cualquier concepto, idea o cosa existente).
En Medicina general, la semiología, y especialmente lo que se conoce como semiología clínica es el conjunto de conocimientos que permiten identificar las diferentes afecciones y patologías a través de signos y síntomas. La semiología médica trabaja, a través de una técnica denominada semiotecnia, en la búsqueda de datos sintomatológicos que puedan conformar grupos predefinidos denominados síndromes y constituye el pilar fundamental de la medicina clínica. En Homeopatía, se aplica todo lo anterior aunque no buscamos síndromes específicos, la Semiología Homeopática ahonda en todo aquello que conforma al paciente más allá de su propia condición de enfermo, observando su situación psicológica, social, ética y personal, así como sus antecedentes familiares y culturales. La semiología en este sentido, se torna el alfabeto de la medicina, y de ahí en la medicina misma (Laubry). En Homeopatía, la Semiología además de ser alfabeto es idioma.
De forma más aplicativa y práctica, esta rama de la Homeopatía, permite al homeópata traducir lo que el paciente expresa en su propio lenguaje al lenguaje homeopático, y más específicamente al lenguaje del Repertorio. Aunque pudiera parecer algo simple, en realidad esto suele ser bastante complicado debido al valor que tiene todo lo subjetivo en nuestro trabajo. La gente común suele emplear modismos coloquiales para describir sus síntomas y sus vivencias más particulares e íntimas, por ello, de cierta manera, cada paciente tiene su propio lenguaje individual así como cada persona lo tiene, incluyendo al homeópata. Esta diversidad de “idiomas”, sumada al problema de los diferentes niveles de comunicación durante la consulta, hace que el trabajo semiológico sea algo muy delicado y de suma importancia: En cierto modo, el trabajo semiológico homeopático debe de recorrer por lo menos 4 niveles conceptuales. El primer nivel le corresponde al propio paciente y a su capacidad de percibir sus síntomas. Independientemente de la capacidad de cada persona para expresar lo que siente, hay mucha gente que no está habituada a observarse. Los seres humanos, por lo general, nos hemos vuelto muy limitados en nuestra capacidad de introspección y auto análisis. Una vez pasada esta primera demarcación, el paciente debe traducir en ideas, conceptos y palabras lo que está sintiendo, lo que nos enfrenta al dilema del lenguaje. Un individuo que siente un dolor terebrante o excruciante es muy probable que no emplee estas mismas palabras para describirlo sino que recurra a comparaciones o descripciones: “Siento como si me taladraran al mismo tiempo que me retorcieran y presionaran”. Sin embargo, si el homeópata tampoco conoce el significado semiológico de estos dolores, el síntoma se habrá “perdido” irremediablemente. Una vez que el paciente ha sobrepasado estos dos niveles, le toca al homeópata realizar su trabajo interpretativo. En primera instancia traduce lo que el paciente expresó a su propio “idioma” personal, en función de su propia cultura, educación y conocimientos. Posteriormente deberá traducir esto a un lenguaje medico u homeopático. Por ultimo, si es menester realizar una repertorización, deberá traducir los síntomas al lenguaje propio del Repertorio que vaya a utilizar. Quien jugó alguna vez al “Teléfono Descompuesto”, donde se dice una frase en voz baja y al oído de manera sucesiva entre varias personas, podrá intuir lo que puede pasar si el trabajo semiológico no es preciso y hay errores u omisiones en alguna de las diferentes fases que se recorren.
La Semiología Homeopática, aunque estudia y trata sobre el significado de todo lo que sea propio del paciente, versa especialmente sobre todo lo subjetivo del mismo, especialmente sus síntomas mentales y sus sensaciones, sus dolores y sus aspiraciones vitales, sus deseos y aversiones (tanto alimenticios como culturales y lúdicos), así como sus rasgos, es decir, aquellos “síntomas” subjetivos y objetivos no necesariamente patológicos (Compasivo, claridad mental, facilidad de comprensión, etc.). Mención especial es la semiología de los dolores, que van desde los mas comunes y típicos (ardiente, pulsante, punzante, presivo, tironeante, etc.) hasta dolores de difícil ubicación repertorial y conceptual (como el dolor royente, excruciante, doloroso, dolorido, etc.). Una recomendación fundamental es no repertorizar un tipo de dolor a menos que se tenga certeza absoluta de cómo es. Si se tiene duda entre un dolor punzante o pulsante, por ejemplo, es preferible buscar otras modalidades significativas: De tiempo, localización, agravación o mejoría.
Sin embargo, una de las claves de la Semiología es el diagnóstico diferencial sintomatológico, es decir, aquel que distingue síntomas muy semejantes, como angustia y ansiedad, abandono y desvalido; estos síntomas parecidos se agrupan para su distinción en familias semiológicas y su conocimiento y comprensión constituye una de las claves fundamentales para el éxito de la prescripción diaria.
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