› OCTUBRE 2012
Sulphur
Por el Dr. Gilberto Quintero Ramírez
“Parece que el homeópata poco conocedor de la Materia Medica es el que más a menudo da Sulphur, y sin embargo, lo dan muy frecuentemente los buenos prescriptores: así, la línea entre los homeópatas conocedores e ignorantes no puede establecerse por la frecuencia con que prescriben Sulphur” James Tyler Kent
Sulphur es el medicamento más evasivo de la Materia Medica y esta esencia parece permear toda su patogenesia y personalidad, de ahí, que a pesar de ser el más grande de los policrestos, es común que muchas personas no tengan una clara imagen de su sintomatología. Se le ha descrito como el más desordenado y sucio de todos los pacientes. Caótico, descompuesto y egoísta, el individuo Sulphur es también, el “filósofo harapiento”, tal y como los describe Hering: una persona atrapada en su mente y en sus ideas, alguien que en su afán de transcender ante el mundo se pierde completamente en sí mismo.
Sulphur es un sujeto apático, haragán y avaricioso de su propia capacidad de entrega, de su tiempo. Así, los sujetos Sulphur viven evitando a toda costa la actividad física. Sus días discurren entre la indolencia y la evasión. La mayor parte del tiempo, están aparentemente de muy buen humor y con una visión optimista de la vida: afrontan las circunstancias conforme estas se van presentando y siempre con una “actitud positiva y filosófica” que le permite salir avante ante cualquier obstáculo o adversidad. Porque Sulphur no conoce ni el dolor ni el sufrimiento. Por ello es indiferente a todo. Y esta capacidad extraordinaria para desconectarse del dolor, tanto a nivel físico como a nivel emocional, la logra renunciando a contactar y amar, lo cual es algo esencial en el ser humano. Por ello, suelen ser personas sin amigos y sin familia. O, lo que es mucho peor, forman familias por las que no sienten vínculo ni afecto alguno, abandonándolas posteriormente o tratándolas con suma indiferencia, viven en su propios mundos, universos mentales, fantásticos o abstractos, creados a su medida y sustentados en la más pura evasión.
El caos los rodea, ya sea a nivel tangible y material, o a nivel mental y emocional. Parecieran amar el desorden, tendiendo a almacenar muchas cosas que realmente no necesitan. Son personas acumulativas o coleccionistas. Indisciplinados y desorganizados, sucios y perezosos en la mayor parte de sus actividades y procederes, pero en ciertas actividades que lo apasionan, pueden desplegar un afán concienzudo extremo y desbordado. Así, estas personas pueden ser muy obsesivas, dedicando todas sus capacidades y energías a determinados propósitos y elucubraciones, dejando de lado las circunstancias y actividades más cotidianas de la vida, así como las más esenciales y entrañables. Se aburren con extrema facilidad y son, en extremo, intolerantes a todo aquello que no pertenezca al estrecho rango de filias y pasiones que profesan, a las cuales dedican el tiempo, la vitalidad y los recursos que debieran destinar a su integridad personal, a su salud y al bienestar de su familia. En grados extremos y patológicos, son capaces de dejar morir a un ser querido si el esfuerzo por brindarle ayuda entra en conflicto con sus intereses presentes.
Sulphur es uno de los pacientes más complicados de tratar homeopáticamente ya que niegan sistemáticamente cualquier padecimiento, tanto a nivel físico como mental, además de que tienen la gran habilidad de racionalizar todo lo que les sucede y presentarlo con un ropaje intelectual y estructurado. Suelen ser personas bastante inteligentes, o al menos muy hábiles para ver todo desde una perspectiva de aparente transparencia racional. Así, sus razonamientos y todo lo que expone parecen ser impecables y lógicos.
Sulphur se evade de la realidad a través de sus dos mecanismos perpetuos de defensa: La negación que se manifiesta como indiferencia, optimismo o arrogancia intelectual, pues él se siente un ser superior a los comunes mortales, y la racionalización donde todo lo ve desde una perspectiva fría y demasiado intelectual. Sulphur es el maestro del autoengaño, por eso pierde contacto con la realidad: no solo construye castillos en el aire sino que vive en el interior de los mismos, y desde sus palacios abstractos e intelectuales contempla la vida cotidiana de los seres humanos, con distanciamiento y deleite simultáneos. Tiene la certeza de ser superior, de saber más que los demás y sobre todo, de ser el poseedor exclusivo de una verdad elevada y trascendental. Posee el síntoma único de afirmar que sus harapos son de seda, lo cual se puede interpretar y entender más a nivel simbólico, así entendemos por harapos sus miserias interiores, sus defectos, malos hábitos, adicciones y omisiones: sus harapos del alma, los cuales se empeña en mostrar como grandes virtudes, habilidades y signos de su estatura humana superior. Es experto en eludir y esquivar la vida, negando sus emociones y sobre todo su dolor a través de complejos procesos intelectuales. El no tener dónde vivir será motivo de alegría, la justificación de disfrutar plenamente de su libertad. Si pasa hambre, proclamará que el ayuno fortalece su espíritu. Se empeña en mostrar su haraganería como una actitud bohemia y contemplativa. Incluso la muerte de un ser querido es vista por Sulphur como una señal positiva de la divinidad. “¿Por qué voy a entristecerme si está en presencia de Dios?”. El sufrimiento de sus seres queridos es observado con distanciamiento mental, como si se tratara de alguien ajeno o de un problema matemático a resolver, y no la vivencia dolorosa de un hijo o pareja. Prefiere los estímulos intelectuales, abstractos y filosóficos que las satisfacciones físicas y sensuales, aunque cuando tiene la oportunidad, Sulphur puede volverse hedonista, adictivo y trasgresor.
Las estructuras y las norma sociales le disgustan ya que es un ser básicamente disfuncional e inadaptado, que puede generar, además, una inestabilidad en su entorno de manera sutil, ya que también puede ser un tipo encantador y carismático. Quizá no es el individuo más egoísta de la Materia Medica, pero sí el más egocéntrico y solipsista. Se siente el centro del universo o el universo mismo. Lo cual no es una máscara, como en el caso de Lycopodium que lo afirma reiterativamente, sino una certeza. Lycopodium engaña a los demás y después se engaña a sí mismo. Sulphur sólo se engaña a sí mismo pues para él los demás no existen ni han existido nunca.
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