› JULIO 2006
Nuevos Medicamentos de la Personalidad: Cocculus indicus
Por el Dr. Gilberto Quintero Ramírez.
Caracterizado como un remedio de gran utilidad en vértigo, mareos y trastornos por pérdida de sueño o por cuidar enfermos (muy indicado en aquellas personas a quienes la mínima pérdida de sueño les afecta profundamente tanto física como mentalmente), este gran semipolicresto se ha mantenido un tanto al margen, sobre todo como medicamento de grandes indicaciones mentales. Cocculus indicus se caracteriza a nivel de su personalidad por una gran hipersensibilidad, sobre todo a los estímulos propiciados por las relaciones humanas: A lo que hagan, digan o piensen los demás, especialmente a la rudeza de los demás. Estos sujetos son de una naturaleza excepcionalmente sensible, son muy responsables, excitables y se preocupan por lo que tienen que hacer. También son exquisitamente sensibles a los ruidos y los olores.
La personalidad de este remedio se asemeja mucho a la de Phosphorus, son individuos alegres, desapegados y positivos a pesar de ser muy impresionables, son emotivos y sensibles, y su alegría puede, a veces, llegar al grado de la exultación, hilaridad o euforia (como en el caso de Coffea) don deseo de cantar y tararear. Se siente muy contento y satisfecho consigo mismo. Estas personas por su misma sensibilidad pueden enojarse con relativa facilidad, pero con la misma facilidad vuelven a su buen humor. Como Sepia, gustan y se mejoran por bailar (aunque no tienen la facilidad ni la pasión innatas de ella), son gente tímida, analítica y un tanto contemplativa que puede gustar de las ideas místicas o religiosas (al grado de alcanzar estados de éxtasis). Por esta tendencia a la introspección, Cocculus tiende mucho a vivir dentro de su propio mundo, a ser fantasioso e idealista, lo cual puede verse como un intento de desconectarse un poco del mundo exterior, humano, real y tangible, que tanto lo agobia. Son gente muy diligente, comprometida, solidaria y trabajadora pero de carácter dulce y agradable, tranquilos pero siempre juguetones, ingeniosos y simpáticos.
Tienden a hacer bromas perspicaces todo el tiempo (Hahnemann), pero jamás de naturaleza soez o insultante, su sentido del humor es muy simple y divertido, con un toque casi infantil. Como Antimonium crudum, son muy románticos, sentimentales y artísticos (no siempre tienen la habilidad para desarrollar alguna actividad creativa pero gustan de todas las bellas artes). Son casi tan compasivos como Phosphorus, sobre todo con sus seres más cercanos. A pesar de su naturaleza festiva, los demás los suelen calificar de gente tranquila, callada y quieta pero muy sensata y ecuánime, pues transmiten una imagen de equilibrio mental, juicio y prudencia. Además, y a diferencia de otras personalidades sensibles y compasivas, Cocculus tiende a ser muy inteligente, tiene grandes habilidades para las matemáticas, una excelente memoria y una capacidad analítica notable, son personas que cuentan igualmente con un espíritu disciplinado y una mente sólida.
En estados de relativo equilibrio, estas personas parecen una combinación de Phosphorus con Magnesia muriatica pues, en todas sus fases, un síntoma indicativo y muy característico es la preocupación por sus seres queridos (Cocculus tiene un gran temor a que su familia se accidente, ansiedad por la salud de sus hijos, por el bienestar de sus amigos, etc.) Se combinan las características del sentido del deber, la sensibilidad, el afán mediador y el ánimo industrioso de Magnesia muriatica con el espíritu compasivo, gozoso y artístico de Phosphorus. Sin embargo, su impulso humanitario y compasivo que lo lleva a establecer fuertes vínculos con los demás y a convertirse en un progenitor muy responsable, también puede degenerar en una ansiedad enfermiza y asfixiante por su familia. Cocculus, como el mismo Phosphorus, tiende a ser hipocondríaco y ansioso por su salud, pero se caracteriza por ser una de las muy pocas personalidades capaces de transmitir la hipocondría a sus familiares: En estados más patológicos estos individuos desarrollan una necesidad imperiosa de cuidar a alguien, de sostener y apoyar a los demás, y si no hay nadie que cubra estas condiciones son entonces capaces de enfermar a sus seres más amados a través de mecanismos dinámicos sutiles e inconscientes. De ese modo, Cocculus logra evadirse de su propia angustia existencial y del profundo sentimiento de pérdida ya que desde etapas tempranas está presente una suerte añoranza o nostalgia indefinida por un pasado perdido, ideal y utópico.
Posteriormente su vida comienza a girar alrededor de estos seres queridos o incluso de personas necesitadas, enfermas o agonizantes. Desde muy pequeñas, estas personas se sienten impulsadas a cuidar de otros, pero con un cierto trasfondo de conocimiento, control o poder: “Este es el remedio de las enfermeras que se quedan velando toda la noche al enfermo, de la gente que atiende a los agonizantes. Cocculus desea conocer los secretos de la vida y controlar sus movimientos, de ahí su vocación de servicio terapéutico. Desea conocer el secreto de aquello que hace que la vida exista, y espera encontrarlo escuchando las últimas palabras de los moribundos” (Grandgeorge). Una vez enfermo, este individuo comienza a experimentar una ralentización de todas sus funciones, especialmente las intelectuales, esta lentitud mental es especialmente notable cuando conversa pues tarda largo tiempo en reflexionar y emitir una respuesta, le cuesta encontrar la palabra que quiere expresar, como si su capacidad de vincularse se estuviera perdiendo. No tolera que lo interrumpan, pues pierde el hilo de sus pensamientos, lo cual lo encoleriza mucho. Como Natrum muriaticum, vive pensando en algún acontecimiento pasado desagradable: “Sus pensamientos están fijos en un solo tema desagradable; está absorta en sus pensamientos y nada nota a su alrededor” (Hahnemann). Es entonces cuando aparece otro síntoma muy peculiar: La sensación de vacío, tanto a nivel físico como existencial, el paciente se siente excitado y con temblores incontrolables, con gran desesperación (especialmente en la menorragia*), hay confusión mental y ansiedad en paroxismos*.
Tiene una gran aversión a que lo toquen, lo cual puede simbolizar miedo a comprometerse. Cocculus se caracteriza de manera notable por la tremenda aversión y náusea que el olor, la vista o el pensamiento de la comida le evoca. Hahnemann mismo menciona que a pesar de estar hambriento no tolera el alimento. En sus estados más deteriorados se torna intolerante, explosivo, agresivo y violento como si vomitara o repugnara a los demás, incluso aquéllos que le eran entrañables y queridos. Ante las adversidades, se torna apático e indolente*, lo cual representa el terrible fracaso en su intento por esclarecer los misterios de la vida y la muerte, más aún, de su propia vida y muerte.
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