Boletín Homeopático


FEBRERO 2017

Niveles de acción de la Homeopatía.
Por el Dr. Gilberto Quintero Ramírez

  La Homeopatía es la terapéutica integral por excelencia y dada su naturaleza estimulante y respetuosa de las dinámicas de la persona, es capaz de estimular la curación de todas las esferas y áreas que integran al ser humano. Así, puede ayudar a curar desde las afecciones más simples y transitorias (como toda suerte de indisposiciones) hasta las enfermedades más crónicas y malignas (como el cáncer, los trastornos auto inmunes y la diabetes). Puede equilibrar y armonizar al individuo que padece estados emocionales alterados y transitorios, como fobias, obsesiones y sustos, pero también ayuda al desarrollo humano en su expresión más completa y en su sentido más eminente.

  Cabe mencionar que la Homeopatía puede ser prescrita en todo lo que es curable de cada ser humano. Todos, y en cada momento de nuestras vidas, somos candidatos al ejercicio esclarecedor de la acción homeopática pues el ser humano es, por definición, imperfecto pero perfectible. Y dado que no es la homeopatía en sí la que realiza dichos cambios en aras de la evolución personal sino que es la propia condición a través de la energía vital y la misma conciencia quienes lo llevan al cabo, es por ello que el alcance homeopático es el mismo de la idiosincrasia individual: es decir, la Homeopatía puede curar, transformar, optimizar y corregir todo aquello que la misma naturaleza humana es capaz de hacer por sí misma. Bajo esta misma perspectiva es importante señalar que aunque pudieran parecer casi infinitas las presentaciones y variantes de cada paciente ante el homeópata, en realidad sólo existen cinco manifestaciones básicas de pacientes en la práctica homeopática, las cuales se extienden de la dualidad clásica de casos agudos y casos crónicos: 1) Indisposición. 2) Agudización. 3) Agudización de afecciones crónicas (miasmáticas). 4) Crónicas (manifestación de los miasmas) y 5) Tratamiento de la personalidad.
  La homeopatía debe entenderse más que como un elemento externo de corrección, como un catalizador de los propios procesos de desarrollo, curación y adaptación humanos. La indisposición es muy semejante a la agudización como presentación clínica, ya que ambos estados se caracterizan por ser transitorios pues la energía vital logra salir avante ante las noxas. La diferencia fundamental entre una indisposición y una enfermedad aguda estriba en que la enfermedad aguda, una vez que desaparece el estimulo enfermante, tiene que desarrollar su ciclo; mientras que la indisposición, que puede comportarse clínicamente igual a una afección aguda, cesa completamente cuando la noxa desaparece. Así, un enfriamiento que deriva en coriza, estornudos y dolor de cuerpo pero que desaparece completamente al entrar en calor el paciente debe considerarse una indisposición. En cambio cuando los síntomas persisten a pesar de que el frío ya no está presente, es una enfermedad aguda, la cual terminará curándose por sí sola, pero al cabo de un cierto tiempo. Las enfermedades crónicas no deben confundirse con los síndromes nosológicos como la diabetes, la hipertensión o el cáncer, el lupus, etc. Homeopáticamente, hablar de enfermedades crónicas es hablar de estados miasmáticos, los cuales se traducen en cualquier tipo de afecciones y síntomas que tienden a perpetuarse y a agravarse porque la fuerza vital del individuo es incapaz de hacerles frente de manera eficaz; las enfermedades crónicas, tal como son definidas por los grandes Maestros desde Hahnemann, pueden no ser encuadradas en una determinada enfermedad pero los síntomas, de la naturaleza que sean, no sólo no ceden al cabo del tiempo sino que se recrudecen. Las agudizaciones que tienen una base miasmática, es decir, las exacerbaciones de los miasmas, deben considerarse de una manera distinta pues pueden ceder aparentemente dejando una estela de manifestaciones crónicas. El tratamiento de la personalidad se enfoca sobre todo en los rasgos de cada ser humano, es decir, en aquellas manifestaciones objetivas o subjetivas no necesariamente patológicas, pero buscando sobre todo la optimización y trascendencia.

  La Homeopatía posee, asimismo, diferentes campos de acción sobre la condición individual. Resumiendo, podemos afirmar que puede haber básicamente tres niveles al respecto: 1) Una acción nosólogica o a nivel de las enfermedades. 2) Una acción sobre la individualidad morbosa, es decir, sobre el enfermo y su naturaleza individual y peculiar. 3) Acción sobre la personalidad, es decir, sobre las características particulares de cada individuo que lo distinguen de los demás.
La acción nosológica o a nivel de las enfermedades no existe como tal en el verdadero quehacer homeopático, pues todos los homeópatas pregonamos que “no hay enfermedades, sino enfermos”. Sin embargo, en la práctica cotidiana la gran mayoría de los enfermos buscan alivio y curación para sus “enfermedades” y éstas son manifestadas ante el terapeuta. Si bien no existen ni pueden existir medicamentos que actúen de manera específica en una determinada patología, la clínica homeopática a través de toda su experiencia ha podido encontrar muchos medicamentos con indicaciones precisas en diferentes afecciones con modalidades bien definidas y bajo un contexto de semejanza sólido. Sólo de esa manera podemos hablar de medicamentos homeopáticos con acción en enfermedades precisas. La mayoría de las prescripciones homeopáticas, realmente, se sustentan en la naturaleza e individualidad del enfermo en todas sus esferas y áreas de vida, prescribiéndose muchas veces medicamentos que no tienen indicación alguna en el órgano afectado o carecen de referencia alguna sobre la enfermedad presente, pero cubren con amplitud y profundidad los signos, síntomas y rasgos propios del enfermo, reflejando en semejanza sus manifestaciones psicológicas, biológicas, fisiológicas e individuales.

  La Homeopatía así cubre la total vastedad de las manifestaciones humanas: desde las afecciones catarrales transitorias, las indisposiciones alimenticias, todas las enfermedades en todos sus estadios, los trastornos agudos y crónicos de los diferentes órganos, las infecciones virales, bacterias y fúngicas, así como los desórdenes mentales propios de crisis pasajeras, pero también aquellos resultantes de circunstancias aciagas reiterativas a lo largo de la vida. La Homeopatía, en este sentido, posee un alcance único pues puede tratar variantes conductuales y peculiaridades de la personalidad que exceden el trabajo de cualquier otra terapéutica y que incluso se sitúan en fronteras nebulosas a nivel de la terapia psicológica. La Homeopatía puede optimizar las potencialidades latentes, únicas, inéditas e individuales, de cada ser humano porque funge como un catalizador del propio sendero de crecimiento personal. Y en su acepción más elevada, el tratamiento de la personalidad, ayuda a cada ser humano a lograr la consecución de su propia misión de vida y su sentido trascendental: a que alcance los más altos fines de su muy peculiar existencia.
 

 
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