› FEBRERO 2015
Familias Semiológicas: Clave de la clínica homeopática
Por Gilberto Quintero Ramírez
En el boletín de Mayo del 2010 (en la página Web de Häsler) mencionábamos que la semiología homeopática es el engrane central de todo el saber y de toda la práctica homeopática pues conecta e integra los cuatro grandes ejes del conocimiento homeopático: la Materia Medica, la Filosofía homeopática (las bases y principios de la Homeopatía), así como la Terapéutica y la Clínica, además de ser la esencia fundamental de la repertorización. La Semiología homeopática estudia y define el significado intrínseco de los síntomas del paciente y de la Materia Medica, con la finalidad esencial de precisar cada uno de ellos y, especialmente, de poderlos distinguir de los que le son muy afines y semejantes; con esto es posible enlazar la parte más teórica de la homeopatía con la parte más práctica, funcional y cotidiana, y sobre todo es posible aterrizar y traducir al lenguaje homeopático, y más precisamente al del Repertorio, las vivencias más significativas e importantes del paciente. Así la semiología homeopática, estudia el significado verdadero de los signos, síntomas y rasgos de los pacientes.
Cabe mencionar, que por signo entendemos toda manifestación patológica y objetiva en el enfermo, como pudieran ser la fiebre, la inflamación, los tumores, las hemorragias y las convulsiones, síntomas todos tangibles y mensurables; por síntoma, se entiende toda manifestación patológica subjetiva en el paciente, como serían, especialmente, el dolor, las sensaciones y una gran mayoría de síntomas mentales, todo esto caracterizado por ser personal e imposible de tasar o cuantificar con precisión por parte de un observador externo; asimismo, por rasgo entendemos toda manifestación objetiva o subjetiva no necesariamente patológica, como pudieran ser ciertas manifestaciones mentales, tal como lo concienzudo que en Arsenicum adopta todas las cualidades de lo patológico y, en cambio, en Silicea se puede manifestar como un afán previsor y un una propensión a ser minucioso, ordenado e incluso disciplinado. Manifestaciones como lo caluroso o friolento, también pueden ser catalogadas como rasgos, pues en la gran mayoría de los pacientes no constituyen algo patológico sino una sensibilidad distintiva y personal, aunque en otros enfermos puede rayar en la agravación.
Como se mencionaba entonces, la técnica semiológica o semiotecnia debe de recorrer por lo menos 4 fases conceptuales y sucesivas. El primer nivel le corresponde al propio paciente y a su capacidad de percibir sus síntomas. La segunda propia también del paciente, se refiere a su capacidad de traducir lo que percibió a ideas, conceptos y palabras, todo lo cual debe ser modulado y acompañado por el homeópata. Las siguientes fases son propias del homeópata y consisten en traducir lo expresado por el enfermo al lenguaje de la homeopatía y, en última instancia, al del Repertorio. Resumiendo, podemos decir que la semiología, a través de los diferentes síntomas del paciente, busca construir una clara imagen del mismo, por ello está estructurada a través de familias semiológicas, las cuales son conjuntos de síntomas (rubros, en el Repertorio) relacionados entre sí por grados de semejanza, intensidad y modulación.
Las familias semiológicas, entonces, son grupos de síntomas muy parecidos entre sí, ya sea porque son variantes del mismo síntoma en cuanto a intensidad como por ejemplo irritabilidad, cólera, ira o cólera violenta y rabia o furia, que pertenecen a la familia semiológica del enojo. O poseen cualidades agregadas como la angustia con respecto a la ansiedad, siendo la angustia, conceptualmente, ansiedad somatizada, es decir ansiedad con manifestaciones físicas tangibles, como dolor abdominal, temblor o transpiración; síntomas que pertenecen a la familia de la “desesperación” o agitación. Cabe mencionar que las familias semiológicas también pueden estudiar no sólo las variantes desde el síntoma tal cual sino desde sus diferentes significados otorgados por los pacientes. Un mismo síntoma puede ser enunciado por pacientes distintos con diferentes palabras o nombres, algunos de los cuales pueden ser extremadamente vagos o amplios, por lo cual es preciso que el homeópata no sólo busque adjetivos y modificaciones de los mismos, sino que primeramente los defina con total claridad. ¿A qué, de manera específica y precisa, se refiere el paciente al enunciar un determinado síntoma? Sobre todo cuando se trata de síntomas de carácter subjetivo o mental. Así, retomando el ejemplo citado, el término desesperación, en nuestro medio, puede ser utilizado para describir o evocar tanto ansiedad (anxiety), angustia (anguish), inquietud (restlessness), agitación (semiológicamente, inquietud ansiosa), así como prisa (hurry) o impaciencia (impatience), y desde luego verdadera desesperación (despair) o desesperanza (hopelessness). De un modo un tanto diferente, la familia de la depresión está formada, principalmente, por los síntomas tristeza (sadness), considerada la forma más manifiesta y pura de depresión o dolor anímico, muchas veces de causa endógena, sin causa aparente alguna; la nostalgia (homesickness), añoranza; la pena (grief): tristeza con causa definida; y la pena silenciosa (grief / silent) como la anterior pero sin ser expresada (el paciente sufre pero no lo dice). Las familias semiológicas están estructuradas y se explican a partir del desarrollo de los rubros repertoriales, es decir, de la forma en que los síntomas del paciente y de los medicamentos homeopáticos han sido expresados en el Repertorio. Siendo el Repertorio de Kent (1899) el primer repertorio homeopático estructurado con lógica, solidez y jerarquía, y sobre todo uno de los más extensos y amplios para la época en que fue publicado, y siendo los repertorios modernos y contemporáneos, actualizaciones y extensiones del mismo repertorio de Kent, el conocimiento y estudio semiológico está basado principalmente en los conceptos iniciales de este repertorio norteamericano, de ahí que muchos textos y estudios hagan referencia al mismo, y especialmente a los rubros originales en inglés, dado que existen múltiples traducciones de un mismo síntoma o rubro. Otra familia muy característica es la de la autoagresión que puede incluir, fundamentalmente, cansancio de la vida (weary of life), hastío de la vida (loathing of life), deseo de muerte (death / desire), deseo de ser matado (killed, desire to be), impulsos suicidas (suicide, impulses) y mutílase (mutílate his body, tendency). En ésta, la distribución sintomática es gradual y progresiva, lo que la convierte en una familia muy clara. No así, con otras familias, como la del Engaño, con síntomas tales como mentiroso (liar), engañador (deceitful), deshonesto (dishonest), manipulador (manipulative) y corrupto (corrupt), que son modulaciones distintas de un mismo tema. Es imprescindible, por todo lo expuesto, y para un ejercicio clínico homeopático más sólido y eficaz, no solamente conocer las definiciones y conceptos de cada síntoma sino también su inclusión comparativa en su respectiva familia.
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