› AGOSTO 2017
Trascender las creencias con Homeopatía.
Por Gilberto Quintero Ramírez
Con motivo del décimo cuarto aniversario de los Domingos Culturales Häsler se presenta a la comunidad homeopática el desarrollo exhaustivo de este tema a través del libro de aniversario “Homeopatía para trascender las creencias y vivir en plenitud. Cambiando mapas y paradigmas”. Sirva de introducción y presentación el presente boletín donde se aborda la posibilidad homeopática de cambiar y transformar no sólo las pautas físicas y mentales del ser humano sino incluso sus estructuras vitales más básicas y profundas, tarea nada sencilla pero indudablemente valiosa y fructífera.
La Homeopatía es la terapéutica por excelencia y es capaz de tratar y curar desde las afecciones más comunes y agudas, las más físicas y superficiales, hasta las más complejas, crónicas e instauradas, así como incluso circunstancias emocionales y afectivas: nuestra Ciencia de los Semejantes estimula, equilibra, sana y optimiza cualesquier área de la condición humana, tangible e intangible. La Homeopatía no actúa directamente en estas aflicciones, patologías y dilemas vitales sino que estimula a la propia energía vital, y de ahí a la misma consciencia y a las más íntimas y personales actitudes volitivas para llevar a cabo estos cambios. Así, se puede afirmar con toda certeza que es posible cambiar con el tratamiento homeopático todos estos sistemas de creencias y pautas de vida que las más de las veces actúan desde el más profundo inconsciente pues la acción más elevada y sublime de la Homeopatía es la estimulación de la consciencia, la clarificación de la identidad y la activación de las potencialidades latentes que llevan a cada ser humano en pos de los más altos fines de su existencia. Sin embargo, también es preciso subrayar que este tipo de acción homeopática es la más compleja y la que requiere de una semejanza no sólo elevada sino profunda y multifacética, no sólo cuantitativa sino esencialmente cualitativa, además de un proceso de auto conocimiento que puede o no estar implícito en el trabajo terapéutico del homeópata. De ahí que el homeópata debe estar cualificado no sólo para observar y diagnosticar a su paciente visto como un ser humano pleno, sino también para poderlo acompañar y sustentar en su proceso de íntegra recuperación, tanto a nivel físico, como mental y afectivo. Para lograr este tipo de cambios es menester que la acción homeopática se aplique de manera conjunta con un acompañamiento si no psicológico, si confrontador y dilucidador de los propios procesos interiores. Por ello el homeópata debe tener y desarrollar múltiples capacidades y habilidades, fundamentadas especialmente en una fina sensibilidad empática y una actitud abierta hacia las diferentes perspectivas y visiones con que cada individuo y paciente habrá de construir su propia realidad. Una actitud abierta y un verdadero y amoroso interés por la condición del paciente, como lo menciona el Maestro Pablo Tomás Paschero, habrá de sustentar esta labor y garantizar un ejercicio terapéutico exitoso.
Los mapas y paradigmas, los sistemas de creencias con los que interpretamos y vivimos la realidad, como se había mencionado, son dinámicos, evolucionan y se transforman de acuerdo a las necesidades, pero muchas veces también son resultado de experiencias dolorosas y traumáticas, incluso a través de las muchas generaciones de un mismo linaje familiar; por ello estos sistemas no siempre son los más eficaces, pues lo que en alguna generación fue útil y liberador puede, en otra, ser anquilosante y limitante. Múltiples procesos suelen estar detrás de la construcción de estos mapas, de estos sistemas dinámicos y multisistémicos de vida: procesos de adaptación y evolución, mecanismos creativos y procesos de pensamiento lateral inclusive subconsciente, pero también muchas veces son el resultado de dinámicas de compensación, proyección, negación y huída, además de que en otros muchos casos son resultado asimismo de rutinas de vida y posicionamiento existencia. Muchos valores familiares y culturales de una determinada época si no son cuestionados y valorados desde múltiples perspectivas pueden estructurarse y cristalizarse en paradigmas vitales al cabo del tiempo. Por ello la Energía Vital y la consciencia humana no podrán transmutar estas férreas estructuras en poco tiempo ni de a través de atajos terapéuticos. Pero lo que sí ofrece indudablemente la acción homeopática profunda, constitucional e integral, es fungir como una suerte de catalizador ontológico, es decir una enzima terapéutica de auto consciencia, cuando se emplea bajo óptimos parámetros.
La semejanza que se precisa para alcanzar estos niveles de acción profunda y transformadora va más allá de la mera semejanza cuantitativa que resulta de buscar un medicamento que sea similar en síntomas y signos a los padecimientos del individuo, aún con un alto grado de modalidades, concomitancias y etiologías. Incluso la semejanza a nivel de personalidad, más detallada y tomando en cuenta el síndrome mínimo de valor máximo del remedio así como su esencia y motor vital, puede ser insuficiente para detonar y conducir este tipo de cambios. La transformación de los mapas y paradigmas requiere, sí, de una acción previa a nivel nosológico o físico, con una fina atención a los procesos miasmáticas, y a una serie de prescripciones a nivel de personalidad, usualmente empleando dosificaciones profundas a través de mucho tiempo. Pero fundamentalmente este tipo de acción homeopática se llevará a cabo cuando el paciente esté dispuesto a trabajar con su consciencia, su identidad, sus creencias más esenciales y sus motivaciones vitales. Este tipo de perspectiva no puede encararse repentinamente ni sin haber trabajado previamente todas las demás esferas. Es preciso también que en estas situaciones terapéuticas el homeópata no olvide jamás el adagio clave de que “el homeópata debe ser más paciente que su paciente”.
En el libro “Homeopatía para trascender las creencias y vivir en plenitud” se describen asimismo la acción de los medicamentos más importantes para armonizar dichas disposiciones interiores, siendo algunos medicamentos de origen mineral y sobre todo los de origen animal los más indicados para instar a una acción concreta que resulte en cambios patentes en la forma de encarar y definir la vida. Así, medicamentos como Asterias rubens, Electricitas, Germanium, Haliaeetus, Lac delphinum, Lac lupinum, Mandragora y Spongia tosta adquieren una nueva relevancia que los coloca a la altura de los grandes y clásicos policrestos. En nuestro arsenal homeopático no hay remedios menores ni mayores, no hay medicamentos nuevos ni antiguos, sino una amplia gama y perspectiva de Semejanza para la condición humana limitada, sufriente y desarmonizada que cada homeópata, con su labor, estudio y observación, puede convertir en tesoros maravillosos e inefables de verdadera curación, transformación y trascendencia humana.
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