› MARZO 2021
Aethusa cynapium
Por Gilberto Quintero Ramírez
Los individuos Aethusa son personas aisladas y poco comunicativas, a quienes les cuesta trabajo relacionarse con los demás. Puede incluso estar indicado en casos de autismo. Este remedio, junto con Argentum nitricum, es quizá el más importante en los estados de estrés anticipatorio sobre todo en exámenes. A nivel de personalidad, estos niños tienen la ligera sensación de sentirse apartados o desconectados, como si no pertenecieran al mundo que los rodea. Son callados, introvertidos y serios, dando la falsa apariencia de no tener sentimientos. Sin embargo, poseen emociones muy fuertes e intensas, las cuales no son expresadas casi nunca. Pueden referir que siempre se han sentido solos, aislados, o que su infancia no fue del todo feliz, pero sin precisar circunstancias específicas. O puede haber una decepción sutil y progresiva como causa y génesis de esta personalidad. En muchos casos también observamos una falta de estímulos e interacción familiar, el pequeño Aethusa es el “buen” hijo, tranquilo y nada demandante, de padres profesionistas, llenos de responsabilidades y con poco tiempo de calidad para brindar a su hijo.
La clave de Aethusa es su incapacidad de contactar y comunicarse con otros seres humanos, la cual es compensada con una gran habilidad para comunicarse con otros seres vivos: animales y plantas. Casi no hablan con la gente y su nivel de comunicación es elemental, aunque práctico, pero no dejan de expresar sus sentimientos y emociones con los animales o con amigos imaginarios, hablan solos todo el tiempo o con minúsculos insectos o plantas incluso. No solo habla con los animales, sino que se comunica amplia y eficientemente con ellos, captando sus “emociones”, intenciones y deseos. Le fascinan los animales de todo tipo y ninguno le ocasiona temor. Más que una profunda compasión lo que siente Aethusa es una conexión, asumiendo que puede transmitirles sentimientos y ayudarlos. Se nutren mutuamente de la compañía y de la energía de sus plantas, mascotas y animales domésticos. Y a medida que estos niños crecen, van desarrollando dos actitudes fundamentales, por un lado, hay una desconexión progresiva hacia la gente en general que puede manifestarse más como incomprensión que indiferencia hacia las cuestiones personales y humanas de los demás. Como si Aethusa no entendiera el lenguaje de los humanos, al menos en un sentido emocional y en el contexto más profundo. Pero por otro lado puede haber una fascinación por las cuestiones humanas, en un sentido amplio o hasta filosófico. Quiere entender a los seres humanos, quiere ayudarlos, sin embargo, los percibe extraños y ajenos.
En sus estados iniciales, logra exonerar el cúmulo de emociones intensas que guarda en su interior a través de su relación con las mascotas, sin embargo, no logra retroalimentarse. Estos niños aparentemente son juguetones, chispeantes, alegres y hasta locuaces (aunque solamente consigo mismos), pero en el fondo hay un dejo de ausencia, un matiz de soledad e inhibición, que con el tiempo puede decantarse a una franca incapacidad social o a una mala adaptación. El bebé Aethusa es más introvertido, callado y tranquilo que los demás. Puede tener o no, alergia o intolerancia a la leche, aunque si es frecuente que se presenten vómitos y diarreas debilitantes. La mayoría de estos niños tienen padres emocionalmente afectados. Son padres más o menos conscientes de sus limitaciones emocionales y con el deseo de compensar en sus hijos lo que ellos no recibieron, lo cual puede llegar a ser angustiante o limitante. Y esta angustia o sensación de limitación suele transmitirse a los hijos de formas sistémicas e inconscientes. Estos padres logran transmitir el afecto, pero también la angustia, lo cual genera un desconcierto emocional. Pueden ser asimismo bebés poco estimulados, aunque sin llegar a ser abandonados. La intolerancia a la leche, así, puede ser el símbolo de lo que le sucede al bebé, aquello que debiera nutrirlo y fortalecerlo (el afecto) le es brindado de tal manera que él siente que no está bien y no puede ser aprovechado en su totalidad.
A medida que crecen pueden experimentar una progresiva sensación de abandono o incomunicación, una sensación de inadecuación. En la escuela suelen pasar desapercibidos como Conium o Natrum mur., no llaman la atención, ni son muy brillantes. En algunos casos suelen ser muy distraídos, es como si su mente estuviera más concentrada en su interior que en el mundo externo. No hacen amigos y suelen ser muy serios. Los demás suelen apartarse porque los consideran excéntricos y peligrosos, aunque nunca cometan actos destructivos y sean dañinos. Son sujetos grises, camaleónicos, inspiran miedo. Con el paso de los años, sus emociones se tornan aún más intensas, pero sin capacidad de ser expresadas. Comienza a desarrollar miedos, mismos que se van incrementando a lo largo de su vida. El más notable es el temor de irse a dormir, piensa que nunca despertará. Este temor lo puede llenar de angustia, llevándolo a realizar actividades hasta que el sueño lo vence. El miedo a dormir puede evolucionar a un temor de sentirse vulnerable, que a su vez se puede transformar en una muy intensa suspicacia. Al no poder contactar con sus semejantes Aethusa les teme y los ve como extraños o enemigos.
Aethusa manifiesta intensos impulsos sexuales, que son manifestaciones, a su vez, de la intensidad emocional que le caracteriza. Sin embargo, estos impulsos sexuales rara vez salen de su mente, volviéndose más bien extrañas y permanentes obsesiones. El adolescente no puede hacer amigos, mucho menos aspirar a una relación íntima, de manera semejante a Conium. Puede ser en esta etapa cuando su mente intelectual entra en conflicto con su esfera emocional, causando gran conflicto y tensión en el afán de entenderse y entender a su entorno. Muchos jóvenes Aethusa en esta etapa de su vida se obligan a salir del “cascarón” emocional en el que han vivido, dejando a los animales para ir al encuentro de las personas, quizá en un principio motivados por una compasión general hacia la humanidad. Es importante subrayar que Aethusa es compasivo, pero no empático. Quiere ayudar a la gente, más no a los cercanos o conocidos. Muchos individuos Aethusa, los más equilibrados, buscarán maneras de ayudar a los demás, quizá primero de forma indirecta y luego más personalmente pues Aethusa es capaz de sentir amor por la gente, pero de una manera más abstracta y conceptual.
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