Boletín Homeopático


FEBRERO 2012

Modalidades
Por el Dr. Gilberto Quintero Ramírez

   Junto con las concomitancias y los síntomas mentales, las modalidades se erigen como uno de los elementos claves para el diagnóstico homeopático certero. Para una prescripción verdaderamente homeopática que derive en el medicamento más semejante y, a su vez, en la curación del paciente tal y cómo lo señala Hahnemann, es imprescindible tomar en cuenta la naturaleza individual del paciente, como individuo y como ser humano único e irrepetible. Y para ello es menester que los homeópatas recabemos aquella información que apele a la unicidad característica y caracterológica del enfermo: Todos aquellos datos que lo definan como alguien único.

   Los síntomas mentales y, más específicamente, los rasgos de la personalidad, suelen ser los elementos más nítidos para dilucidar esta búsqueda. Sin embargo, en muchos casos la obtención de este perfil esencial y de personalidad tiende a ser una tarea ardua y que implica reiterativas entrevistas en pos de afinar y clarificar esta información: Tiempo y espacio que el ser humano doliente, sobre todo de males agudos y acuciantes, no puede permitirse. En muchos casos es imprescindible una prescripción inmediata y lo más acertada posible para atajar la exacerbación de la cronicidad del individuo o la agudeza de los síntomas. En estos casos, los síntomas mentales pueden ser transitorios y difícilmente serán expresados de manera verbal por un paciente preocupado más por sus dolores o por las limitaciones que está experimentando. Las modalidades, entonces, entran en juego como la herramienta más clarificadora y definitiva de este tipo de casos.

   Por modalidad homeopática entendemos todo aquello que modula, modifica y adjetiva al síntoma, es decir, todo aquello que lo define y lo describe. Si bien, es cierto que las modalidades más típicas y empleadas en el ámbito homeopático son las de agravación y las de mejoría, también deben incluirse las descriptivas, las ubicativas, las cronológicas y las personales o subjetivas. Así, todo aquello que habla del síntoma, que lo detalla y lo hace más certero, es una modalidad.

   Podemos citar, de este modo y a manera de ejemplo, modalidades de tiempo: Hora del día o momento de la semana, mes o año, en el que el síntoma se hace presente o se recrudece; muy valiosos en este sentido son las modalidades de periodicidad. Ejemplo: Agravación cada tercer día: Cedron. Agravación o regreso de los síntomas anualmente: Arsenicum, entre otros. Existen modalidades que apelan a determinadas estaciones de año: Primavera, agrava: Lachesis; mejoría en verano: Petroleum, etc.

   Existen modalidades de temperatura, las cuales se refieren a la agravación o mejoría por calor, frío, calor húmedo y otras muchas. Siendo mucho más importantes mientras más descriptivas y específicas sean. Por ejemplo: Es valiosa la modalidad de agravación por el calor, pero mucho más lo es cuando es por el calor del sol, de una estufa o de una habitación.

   Las modalidades de medio ambiente se refieren a los diferentes estados del clima y del entorno: Humedad, tiempo seco, nublado, neblinoso, presión atmosférica elevada o al nivel del mar, así como las sensoriales tienen que ver con los estímulos que inciden en los sentidos del paciente: Olfativas, visuales, auditivas, kinestésicas (de tacto), etc., volviendo a reiterar que son más valiosas mientras más descripticas y específicas sean, por ejemplo la agravación por el olor de las flores de Nux vomica o por escuchar música de órgano de Graphites.

   Así mismo, existen modalidades de posición (estar de pie, sentado, acostado, doblándose hacia delante o hacia atrás, erguido o encorvado), de movimiento (reposo y actividad en su forma más simple, y formas más sutiles como al iniciar el movimiento, al erguirse, caminando lentamente) y de actividad corporal (mejoría o agravación por comer, beber, dormir, defecar, orinar, conversar, bostezar, etc).

   Sin embargo, dentro de este tipo de clasificación, las más importantes son las modalidades psicológicas o mentales, refiriéndose a aquellas circunstancias modificadoras de índole volitiva, afectiva, emocional o intelectual. Este tipo de modalidades pueden llegar a convertirse en verdaderos trastornos causales o etiológicos para todo el paciente, convirtiéndose entonces en los síntomas más valiosos de todo el caso (Trastornos por pena, por decepción, por celos, por amor no correspondido, etc.). En casos no tan contundentes sólo fungen como elementos detonantes o de agravación y mejoría. Peor por preocuparse (Cocculus), mejor estando ocupado (Sepia), aparición de los síntomas cada que piensa en ellos (Oxalic acid), temores o sustos (Aconitum, Opium), estrés (Argentum nitricum, Gelsemium).

   Pero aún mucho más valiosas, son las modalidades extraordinarias y raras, es decir, aquellos que son poco frecuentes, contundentemente específicas o de naturaleza muy personal. El que alguien se agrave por el calor es relativamente común, no obstante, el que alguien mejore realmente y, a nivel general, de todos sus síntomas fumando (Aranea, Tarentula cubensis), sumergiéndose en el mar (Ambra grisea, Aqua marina, Medorrhinum) o por colores intensos (Tarentula, Stramonium) es realmente excepcional y valioso. Asimismo, muchas modalidades son lógicas y esperadas como agravación, más no como elemento de mejoría: Por ejemplo, en la edición Treasure del Repertorio Synthesis, se citan 70 medicamentos que se agravan al respirar y solo tres que mejoran al hacerlo (Asafoetida, Cina y Taraxacum); el hecho de entrar en una habitación fría agrava a 34 remedios homeopáticos, pero sólo mejora a dos: Pulsatilla y Sulphur.

   En otros muchos casos, existen formas más específicas y detalladas de una misma modalidad, submodalidades, las cuales cuando son nítidas y afectan de manera general (a dos o más órganos o tejidos diferentes y excluyentes del organismo) son, igualmente, de máximo valor: Diez remedios, por ejemplo, se mejoran a nivel general por la presencia de diarreas (entre ellos Aconitum, Sulphur y Zincum) pero sólo uno (Saroth.) lo hace cuando la diarrea es amarilla específicamente.

   Por último, cabe mencionar que, de muy notable valor clínico son las modalidades alimenticias, las cuales engloban cuatro presentaciones en orden de importancia: Agravación, mejoría, aversión y deseo. Estas modalidades se refieren a los alimentos y las bebidas como detonantes y moduladores de los síntomas, sobre todo cuando la sintomatología es general y afecta al paciente de manera integral. Por ello, en las modernas versiones del Repertorio, este rubro con todos sus subrubros, se encuentra en el capítulo de Generalidades. Cabe mencionar que una modalidad alimenticia tiene verdadero valor cuando se expresa con vehemencia por parte del paciente e impacta la presencia sintomatológica: ¡Lo que más me gusta en la vida son las cerezas! (China, Chocolate). ¡Odio el pollo! (Natrum mur., Sulphur) o ¡a mí, el comer pollo me pone de muerte e insoportable, saca lo peor de mi persona! (Bacillinum, Bryonia). En muchos casos, estas modalidades alimenticas no serán tan intensas ni tan patológicas como en los descritos, sin embargo, no dejan de ser útiles como elementos de diagnóstico diferencial.

   En el mismo sentido, es importante señalar que no siempre es posible obtener modalidades de tan elevado valor, entonces es preciso, con la ayuda del Repertorio y seleccionando las más nítidas, buscar aquellos medicamentos que las contengan en conjunto. 

 
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