› SEPTIEMBRE 2010
Mitos en Homeopatía
Por el Dr. Gilberto Quintero Ramírez
En el vasto y complejo mundo de la Homeopatía se ha ido desarrollando, a través del tiempo, una tremenda cantidad de falsas premisas, nociones utópicas y completas falacias que de alguna manera se han transmitido de formas sutiles y soterradas. Y aunque la gran mayoría de estos conceptos engañosos no se encuentran sustentados por ningún autor ni están escritos en ningún texto, su permanencia y expansión tiene que ver mucho con rumores y conocimiento falso que se transmite sin sustento por parte de la gente que conoce parcialmente las Leyes y los Principios fundamentales de nuestra ciencia, y de aquellos totalmente ajenos al mundo homeopático. Por otro lado, el carácter individual y personalizado que requiere el ejercicio homeopático suele desencantar a muchos principiantes, quienes anhelan encontrar fórmulas preestablecidas y seguras para encontrar el medicamento más semejante. Lo cual es totalmente inexistente. Así, estos mitos o falacias tienen que ver, sobre todo, con panaceas y valores absolutos, lo cual es inaplicable en homeopatía. El mayor mito de todos es, precisamente, el relacionado con la existencia de un remedio con un poder absoluto de curación en cada paciente: Mucha gente llega a concebir el Simillimum o el Constitucional como aquel medicamento capaz de curar todas las afecciones, tanto crónicas o agudas, en un determinado paciente. Por ello, y bajo esa falsa premisa, muchos homeópatas se ven instados a encontrar dicho remedio, el cual es inexistente porque es axiomáticamente imposible que un medicamento pueda cubrir en semejanza todos los estados de enfermedad de una persona. La semejanza, como la enfermedad, es una circunstancia dinámica y evolutiva. La semejanza homeopática, a pesar de ser el centro de la misma práctica de la Homeopatía, es uno de los conceptos más elusivos y subjetivos; la gran mayoría de los que la ejercen suelen entenderla de una manera distinta y, entre los mismos autores e investigadores clínicos suele haber grandes discrepancias en lo que respecta a qué es y, sobre todo, cómo se obtiene el medicamento más semejante del paciente.
Del mismo modo, la mayoría de las personas ajenas al mundo de la Homeopatía suelen tener una concepción bastante errónea de la misma, a veces, impulsada por los mismos homeópatas. Así, la gran mayoría del público en general desconoce que el accionar terapéutico de la Homeopatía es de índole dinámica, pensando, en cambio, que es una rama de la Herbolaria, y que los medicamentos homeopáticos son una especie de concentrados o “preparados” a partir de hierbas medicinales y otras sustancias con propiedades curativas. Y aunque realmente los medicamentos dinamizados son preparados a partir de toda clase de sustancias, la gran mayoría más tóxicas que curativas, el proceso de preparación consiste en “extraer” su energía particular, misma que ha de estimular, en semejanza, la Fuerza Vital propia de cada ser humano. La Homeopatía no actúa con principios químicos ni con las propiedades medicamentosas tangibles de las plantas, animales o minerales. En este sentido, es mucho más cercana a la acupuntura, al reiki y a la misma psicoterapia que a otras terapéuticas que emplean sustancias materiales para curar, como las microdósis, la herbolaria, las vacunas y la misma medicación clásica de la farmacología.
Otra de las creencias altamente extendidas, en este caso fuera del ámbito homeopático, es que la acción de la Homeopatía se basa exclusivamente en un efecto placebo al carecer de materia tangible que pueda desencadenar un efecto bioquímico y curativo a nivel celular. La noción de una acción dinámica, sanadora y estimulante para el organismo humano, es inconcebible para mucha gente que, aun cuando llega a observar patentes mejorías o francas curaciones, prefiere creer que es por la “fe” que el paciente pone en su medicación y en su terapeuta, acercando a la Homeopatía al terreno de la sugestión en el peor de los casos o a la acción psicológica, en el mejor. Sin embargo, este mito es fácilmente anulado al observar la notable acción que los remedios homeopáticos bien prescritos tienen en niños muy pequeños e incluso en recién nacidos; del mismo modo que podemos observar acciones terapéuticas de gran eficacia en plantas y animales de toda especie. La acción de la Homeopatía es única en su género pues, aunque la naturaleza terapéutica de la misma está sustentada en la prescripción de un elemente externo a la propia constitución humana del paciente, en este caso el medicamento, es, sin embargo, la propia naturaleza constitucional y el propio organismo individual el que lleva a cabo la curación, como sucede en la gran mayoría de las terapias dinámicas.
Otro mito prevaleciente es el que se refiere a que la homeopatía no agrava ni genera daño alguno, ya sea a nivel físico o mental. Las agravaciones homeopáticas y las experimentaciones, cuando son producidas por medicaciones incorrectas y, a la vez, excesivas en cuanto a potencia, suelen producir movimientos sintomatológicos muy aparatosos, así como exoneraciones muy bruscas o dolorosas. Difícilmente una agravación homeopática pondrá en riesgo la vida del paciente, no obstante, en enfermos muy deteriorados, con cuadros agudos de gran violencia, con malignidad o condiciones orgánicas graves, este tipo de agravaciones puede llegar a poner en riesgo, realmente, la vida del paciente.
Así también, podemos encontrar la idea de que la homeopatía, a pesar de ser tan eficaz es ineludiblemente lenta en su acción curativa. En esta situación suelen presentarse dos variantes: En una el paciente siente realmente muy lenta la acción curativa con respecto a la evolución natural de su padecimiento y, en la otra, al comparar el efecto de la medicina alopática tradicional, el enfermo percibe que el medicamento actúa pobremente o de manera parcial. En el primer caso, bastante común, la prescripción homeopática es realmente lenta, parcial o ineficaz en cuanto a su capacidad de brindar mejoría o plena curación. En este caso, más que una lentitud o insuficiencia inherente a la Homeopatía, la causa reside en la poca semejanza del medicamento indicado o a una dosificación incorrecta. En otros muchos casos, la queja procede de la expectativa que la mayoría de la gente tiene en función de su consumo de medicina alopática, la cual suele producir efectos paliativos y sedantes, pero generalmente inmediatos. En todos estos casos es conveniente y muchas veces imprescindible que el homeópata explique a su enfermo, brevemente pero de manera concisa, cómo es que actúan los remedios homeopáticos y qué es lo que podemos esperar de ellos.
Por último, otro gran mito y quizá el más peligroso, extendido inconscientemente entre los mismos estudiantes de Homeopatía y homeópatas mismos, se refiere al necio afán de buscar medicamentos específicos para condiciones patológicas particulares, de querer hacer Homeopatía como si fuera alopatía.
|