Boletín Homeopático


NOVIEMBRE 2009

Lachesis
Por el Dr. Gilberto Quintero Ramírez

   Nos dijeron que había que temerle pues hacía honor a su origen ofídico; ya que se prepara con el veneno de una peligrosa serpiente, la Surukuku del Amazonas: Que era ponzoñosa, traicionera, predadora, destructiva, llena de odio y falsedad, de lengua viperina y con un ingenio extraordinario para herir con las palabras, egoísta, manipuladora, rastrera, en fin, una verdadera mujer fatal. Nos dijeron que su pasatiempo era la perversión del inocente, la calumnia desbordada, la cizaña pródiga en icor y perfidia. Nos dijeron que encarnaba el peligro y que era la catástrofe hecha mujer; que era capaz de pervertir al benevolente, de sembrar la discordia entre los más unidos y armoniosos. Y lo más perturbador es que ella misma, ufana y cínica, lo ha proclamado reiterativamente.

   Y ante tal expresión de la propia naturaleza no podemos negar todas las similitudes que, en sus fases más patológicas y destructivas, tiene este medicamento con las serpientes: Así, la naturaleza rastrera puede verse encarnada sintomatológicamente en el afán de traición y engaño por el que es característica; vil y malvada, más que proclive a la mentira, que también lo es, Lachesis tiende a tergiversar los hechos, pues como citaba el poeta William Blake, la verdad malintencionada es peor que la mentira; pero también está imagen de apego constante a la tierra puede verse simbolizado en su materialismo y frivolidad, este remedio posee una avidez por las joyas, las posesiones y los bienes materiales de toda índole, pero en especial todo aquello que sea lujoso y la llene de fasto y brillo. Ama la fama y el poder, la pleitesía de los demás y el exceso retorcido. Todo en ella es veneno, sus palabras ponzoñosas; cazadora y furtiva, siempre está expectante ante las debilidades de los demás y a todo aquello que le pueda dar ventaja y poder; y aunque pareciera ser gregaria y condescendiente, Lachesis, es solitaria, agazapada, desconfiada, reservada y sin empatía ni emoción alguna, como cualquier reptil carente de cerebro límbico. Y como todas las serpientes, nocturna e hipnótica, capaz de cambiar de piel, esta mujer, en sus estados de mayor enfermedad, carece de manos para dar y de alas para volar.

   Esta personalidad esencialmente femenina, en sus estados más patológicos se caracteriza por una incapacidad casi total para percibir su realidad circundante. Su esencia es la acumulación de tensión interior, misma que busca una salida a toda costa. Lachesis es por excelencia un medicamento en cuadros supresivos de todo tipo, pero sobre todo de represiones emocionales, vitales y sexuales. Está llena de tensión, de sensaciones contenidas, afectos suprimidos e impulsos condicionados a no manifestarse jamás. Toda esta energía implota, dirigiéndose al interior de la persona en lugar de manifestarse sana y adecuadamente, y busca constantemente una salida, un escape (lo cual se hace patente en la mejoría por toda clase de exoneraciones, tanto físicas como emocionales, como se puede observar tanto en las secreciones como en la locuacidad).

   En sus estados iniciales y más equilibrados, Lachesis se presenta como una joven muy intensa, llena de ideales y deseos, muy independiente y fascinante. Es sociable, ingeniosa, carismática y, sobre todo, muy atractiva pues posee un magnetismo sexual intangible pero, a la vez, contundente. Es una mujer muy madura para su edad, con una firmeza y ecuanimidad notables. Para estas jóvenes, llenas de actividades, lo más importante es el contacto con otras personas, sobre todo con el sexo opuesto. Como en Ignatia, las relaciones humanas ocupan el centro de su vida. Se le encuentra siempre rodeada de más gente, sobre todo de gente joven. Sus días están llenos de sorpresas, de movimientos y de intensidad. Lachesis, antes de desarrollar plenamente su patología, posee una vivacidad contagiosa y efusiva que impacta en todo lo que hace. Su vida diaria es una proyección de todo esto. Suelen ser estudiantes carismáticas que obtienen buenas notas sin esforzarse mucho (aprende muy fácilmente) o que no les importa su desempeño. Y que a pesar de no ser muy hermosas ni con un físico despampanante (tienden a ser delgadas o incluso larguiruchas), son muy atractivas y llamativas, generando a veces conflictos a su alrededor. Lachesis, que en estados más patológicos es probablemente la más famosa de las mujeres celosas, en estas fases iniciales se caracteriza por generar tremendos celos en las mujeres con las que convive, debido al impacto que tiene en todos los varones, quienes la miran con una fascinación casi hipnótica. En sus primeras fases más que locuacidad encontramos una capacidad comunicativa extraordinaria: Habla, se expresa, se comunica, conversa, dialoga, discute y se vuelve idea y palabra con una naturalidad graciosa y a la vez categórica. Todo ello la convierte en un elemento humano de permanente referencia, pues Lachesis, en cualquiera de sus fases, siempre se hace presente.

   Toda esta multiplicidad se caracteriza además por una creatividad increíble, y un impulso permanente de crecer, cuestionar y contactar la vida a través de su sensualidad y capacidad transformadora. Todo lo cual suele perturbar a quienes la rodean en todos sus ámbitos, su familia, su comunidad, su medio escolar, etc. Es así, como desde muy pronto en su vida, y de las maneras más sutiles e inconscientes comienza la represión sistemática de toda su fuerza femenina, de su potencial transmutador y de su naturaleza indómita y alquímica. Lachesis en sus estados de mayor equilibrio tiene la capacidad de cuestionar la esencia de todos los que la rodean, de romper estructuras anquilosadas y sacudir viejas y caducas creencias. Pero esto es extremadamente perturbador para los guardianes del orden, para aquellos que temen al cambio y, sobre todo, para quienes el contacto con las emociones, sentimientos profundos e instintos y pulsiones es un sinónimo de perdición moral. Y Lachesis, que desde niña tiene la capacidad de impactar en estas áreas, y que además, precoz como es, tiñe todos estos movimientos de un aura sexual, detona en los demás, sobre todo en los adultos conservadores y más estructurados, toda clase de respuestas inhibidoras hacia su persona: La descalifican, le insuflan culpa a raudales, la condicionan de maneras múltiples para que no pueda expresarse libremente, llegando en casos extremos, bajo una perspectiva más drástica, a medicarla inclusiva (con el pretexto de una excesiva dispersión, rebeldía o neurosis creciente). ¡A tal grado puede llegar a perturbar la individualidad y la libertad humana! Por ello, es tan difícil encontrar mujeres Lachesis relativamente estables y cuando se les encuentra es la patología de la propia sociedad la que impide reconocerlas y las asfixia progresivamente.

   Las mujeres Lachesis, en su origen, no sólo poseen extremidades y numerosas alas, sino también magia y poder. Es el mundo machista y medroso el que le arranca todo su plumaje y la despoja de sus encantos. No es azar que la serpiente es también un símbolo de trasformación y curación, como podemos ver en la serpiente Kundalini, el caduceo de Mercurio, símbolo ancestral de la medicina, o en la serpiente Uroborus que se muerde su propia cola, simbolizando todos los ciclos de la vida. 

 
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