› MARZO 2005
MEDICAMENTOS CLÁSICOS DE LA PERSONALIDAD: PHOSPHORUS
Por el Dr. Gilberto Quintero Ramírez
La personalidad equilibrada de Phosphorus fue una de las primeras en ser conocida por los homeópatas, es de las pocas que están descritas, aunque de manera leve o esbozada, en la mayoría de los textos de Materia Medica. Las características positivas y altruistas de este tipo de sujetos, a la par con su compasión y su naturaleza afectuosa, han contribuido a que autores clásicos clasifiquen a esta personalidad como la más agradable de todas (junto con Pulsatilla). Es el paciente a quien más se disfruta tratar, un gran amigo en quien se puede confiar y una compañía grata que se cultiva y busca, que nunca sobra ni incomoda.
Sin embargo, no todo en Phosphorus es tan agradable. Es un mito que por el sólo hecho de ser o estar en ese medicamento se es ya “una buena persona”, como también es una falacia que todos los Phosphorus son intrínsecamente buenos. Phosphorus sano es el más empático, simpático y casi el más telepático de la Materia Medica. Es el más compasivo de todos los remedios. Posee una disposición natural a ayudar y contactar con los demás, tiene un gran corazón que le permite no sólo sintonizar con lo mejor de cada ser humano sino promover y estimular que la gente manifieste y externe esa parte bondadosa y positiva. Phosphorus significa, en griego, “portador de luz” y estos individuos cuando están en equilibrio iluminan con luz propia la vida de los demás disipando las negruras interiores, los temores oscuros y las carencias sombrías.
Este tipo de Phosphorus no sólo brinda incondicionalmente el afecto más nutricio y cálido sino que tiene la capacidad de encender el corazón más marchito y duro. Son individuos festivos, alegres y muy optimistas, tienen como nadie un innato impulso de felicidad y plenitud, una propulsión a la trascendencia que se matiza y distingue con un halo de ingenuidad y transparencia pero sobre todo poseen la libertad interior más certera y auténtica, pues saben que el amor no es posesividad ni endeudamiento, defienden su esencia y su fraterna visión del mundo.
Son apreciados, buscados e incluso amados verdaderamente por la mayoría de quienes los rodean. Son elementos de cohesión social: En un grupo, familia o empleo donde se encuentra un individuo Phosphorus sano no hay fricciones ni conflictos pues armonizan su entorno con una facilidad y una naturalidad incomparables. No sólo son libres por antonomasia sino liberadores por presencia y vocación. Phosphorus sano es un individuo tan feliz que aun ante la congoja más extrema no pierde su alegría básica, es el único marcado en el Repertorio con el síntoma “Ríe cuando está triste”, el cual no es un signo de escapismo o histeria necesariamente, sino que puede ser un reflejo de su positividad y alborozo permanentes que le permiten seguir alegre aún cuando está triste.
No obstante, aún estos sujetos tan equilibrados, en su desapego y naturaleza etérea, pueden ser superficiales y reacios al compromiso profundo. Phosphorus puede ser tan evasivo como Sulphur (con la salvedad que su evasión es mucho más emocional que intelectual). Y al igual que Sulphur, es uno de los medicamentos que más viven en el presente. Phosphorus no necesita nada de manera imprescindible. Como el santo de Asis, “necesita poco y lo poco que necesita, lo necesita muy poco”, por ello no es dueño ni de su pasado y ni aun de su identidad en casos extremos. Huelga decir que al no tener el mínimo impulso de posesión, tampoco tiene una fuerte noción de pertenencia o raíces, no se siente ligado fuertemente ni a su familia ni a su pareja. Es incapaz de sentir celos. Y, a pesar de que es el que más amigos tiene de toda la Materia Medica, suele frecuentarlos muy poco o incluso perderlos de vista por largos años sin sentir el menor pesar o añoranza (en el proceso encontrará y hará otras muchas amistades “igual o más profundas y entrañables”).
Por otro lado, Phosphorus también puede ser amoral aun en sus estados de mayor equilibrio. Estos individuos no necesitan un código ético elaborado ni una estructura moral avanzada porque, para ellos, el viejo adagio de “no hagas a otros lo que no desees que te hagan a ti”, opera literalmente.
Phosphorus no puede causarle daño a nadie de manera directa o voluntaria porque eso equivaldría a dañarse a sí mismo. Este es uno de los puntos clave de esta personalidad. Tiene tanto miedo de lastimar a los demás que tiende a protegerlos de más, con lo cual suele terminar hiriéndolos aún más. Porque Phosphorus confunde con gran facilidad y frecuencia, lo que se desea con lo que se necesita, tanto para sí mismo como para los demás.
Este miedo a causar dolor a los otros también es determinante en su incapacidad esencial para poner límites. Por ello, este tipo peculiar de seres humanos, se dispersa y difunde en todos los sentidos, perdiéndose en el inmenso mar de la gente que lo rodea. Y su difusiones fundamentalmente de todo aquello que lo conforma, lo nutre y lo sustenta: Se difunde y se pierde su sangre, su material intracelular, su pasión, su energía y, sobre todo, sus afecto, el cual entrega a manos llenas tanto a quien se lo pierde como a quien nada espera de él, convirtiendo este acto en una verdadera necesidad compulsiva que lo lleva a mirar de la manera más fraterna y comprensiva a todo el género humano pero también a diluirse y deshacerse al entregarse sin brida ni control. Esta entrega excesiva puede convertirse con el tiempo en un terrible proceso de despersonalización, en el cual Phosphorus termina convirtiéndose en aquel a quien compadece.
Por último, cabe mencionar que una de las cualidades distintivas de esta personalidad es la capacidad de hacer sentir bien a todos aquellos que se acercan a él, al no solo colmarlos de afecto más nutricio y puro sino al ser capaz inclusive de liberarlos de sus lastres vitales. Phosphorus, como nadie, tiene el don de perdonar y , más aún, de convencer al otro para que se perdone a sí mismo. Al lado de Phosphorus la vida se ve más clara y más hermosa. Phosphorus transmite la certeza de que no hay problema irresoluble ni tragedia insuperable. Es capaz de disipar las culpas y los remordimientos más arraigados, aún en la gente más amargada y desvalida, pero también puede tener la capacidad de obnubilar la conciencia de os demás, instándolos a una feliz autoindulgencia con respecto de un amor universal y las mejores intenciones. Phosphorus tiene un buen corazón y las mejores intenciones. Nadie es culpable y todo es bueno. Cabe recordar, como un símbolo de polaridad y ambivalencia, que la palabra griega Phosphorus, portador de luz, significa lo mismo que la palabra latina Lucifer.
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