Boletín Homeopático


JULIO 2008

Moschus
Por el Dr. Gilberto Quintero Ramírez

Los síntomas únicos se señalan con un asterisco *.

   Moschus es probablemente el medicamento más histérico de toda la Materia Medica, más aun que Ignatia que desarrolla la histeria como una forma de defensa ante la realidad, cuando Moschus la convierte en una forma de vida. Es el medicamento por excelencia de las enfermedades fraudulentas o autoinducidas de manera psicológica (incluyendo algunas formas del Síndrome de Munchausen), al grado de producirse, conciente o inconcientemente, por la fuerza de su voluntad, cambios fisiológicos. Los pacientes Moschus, desde muy pequeños, desarrollan las formas más sinuosas y retorcidas para ganarse la atención de los demás, imitando y produciéndose toda clase de síntomas y enfermedades, al grado de poner en riesgo su integridad física. Es uno de los más grandes hipocondríacos de la Farmacodinamia. Es un medicamento muy poco tomado en cuenta que puede llegar a curar casos psicosomáticos de cualquier tipo, aún aquellos donde existe un grado elevado de alteración y patología física. Nancy Herrick, notable homeópata norteamericana, ha reportado muchos casos curados de asma en sus formas más agresivas y potencialmente letales. Tómese en cuenta en todo tipo de afecciones que tienden a la cronicidad o que no mejoran con los medicamentos más semejantes en apariencia, cuando el sustento emocional sea muy fuerte y estén presentes algunos rasgos de la personalidad del remedio; y sobre todo cuando con la enfermedad se logran ganancias secundarias de toda índole (Staph., Nat-m., Ignatia, Ars.), sobre todo en el caso de niños, adolescentes y jóvenes.

   Los niños Moschus, como la mayoría de los niños en algún momento de sus vidas, fingen estar enfermos para evitar ir a la escuela. La mayoría de ellos en cuanto siente que han ganado la batalla, dejan de fingir y comienzan a comportarse con toda naturalidad, levantándose de su cama y jugando; Moschus, en cambio, prolonga la actuación todo el día, quejándose de dolores y malestares, y permaneciendo en cama con gesto acongojado, lo cual genera gran agobio y preocupación en sus padres. Para este niño es más recompensante la atención que logra por parte de los adultos que otra cosa cualquiera. Estos niños suelen ser hijos de padres muy ansiosos, anticipados, concienzudos y, sobre todo, hipocondríacos; padres que una vez engendran a sus hijos, dejan de inquietarse hipocondríacamente por su salud personal, transfiriendo toda su angustia y desasosiego a sus hijos. El niño Moschus se engancha particularmente a este tipo de zozobra e incertidumbre paterna, desarrollando verdaderas dotes histriónicas que, con el tiempo, llegan a impresionar a propios y ajenos, incluyendo en muchos casos a algunos médicos que creen haber descubierto en ellos verdaderos síndromes extraños o muy raras enfermedades. Moschus es capaz, desde edades muy tempranas, de confundir a los terapéutas con su facies, gesto y relato de síntomas. Fingen y actuan de la manera más convincente crisis de todo tipo: Desmayos aparatosos y repentinos, dolores terribles e incluso violentas convulsiones; todo con gran precisión y sentido de la oportunidad. Llamará siempre la atención la personalidad solícita y abnegada de alguno de los progenitores, al cual deberá indudablemente tratársele también si se aspira a una verdadera curación del enfermo Moschus.

   Al acercarse a la pubertad este ánimo histriónico hipocondríaco deriva en una capacidad de generar síntomas verdaderos. Así, la jovencita Moschus ya no finge un dolor o un desmayo, puede producírselo a voluntad, todo lo cual, en lugar de perturbarla o asustarla, la llena de alborozo, sentimiento de poder y satisfacción, porque de esa manera conseguirá más atención aun. Con el tiempo estas patologías inducidas psicológicamente parecen tomar un control autónomo, presentándose crisis repentinas que ya no pueden ser moduladas por la paciente, causándole gran angustia, ansiedad, miedo y sobre todo disnea (como Lobelia), durante la cual tiene la convicción de que va a morir*.

   Moschus es un medicamento mucho más indicado, a nivel de personalidad, en mujeres. Jovencitas de apariencia muy frágil y sensible, muy friolentas pero en realidad sumamente controladoras y coléricas. Moschus siente como si estuviera encolerizada, aunque no puede precisar por qué, después pueden violentarse, regañando e insultando, hasta que se tornan lívidas, con los labios amoratados y la mirada fija, hasta caer desmayadas*. Se enojan por bagatelas y son muy distraída, sobre todo al mediodía*; pueden sentirse muy cansadas, debilitadas al punto de la postración pero no cesan de estar activas*, hay un impulso interior que las mueve sin parar, motivado en gran medida por su afán protagónico: Les gusta siempre y en todo lugar, ser el centro de atención, sea por características positivas o negativas. Moschus es el medicamento clave de la ansiedad hipocondríaca, sobre todo si se acompaña de irritabilidad*, esta ansiedad puede sentirse en el pecho o en la región precordial, con una sensación de gran debilidad*.

   Con el tiempo su personalidad deriva en la lamentación continua, se queja de nimiedades o de molestias físicas que no puede señalar o precisar exactamente*; en el embarazo, todo esto puede agravarse mucho más. Por otra parte, y especialmente indicado en gente joven, Moschus tiende a la hiperactividad sexual. Muy indicado en mujeres jóvenes que caen con facilidad en la promiscuidad o que tienen problemas de todo tipo por sus impulsos sexuales, los cuales tienden a ser a veces incontrolables. Es el único medicamento marcado en el repertorio bajo los rubros “Hipocondría sexual*” e “Hipocondría por abstinencia sexual*”. Tendencia extrema a la masturbación. Del mismo modo, como Ignatia, tienden a enamorarse muy fácilmente y a verse afectadas por decepciones amorosas o relaciones tormentosas, aunque Moschus, a diferencia de Ignatia, recurrirá a la enfermedad como elemento de coerción afectiva.

   Es uno de los principales medicamentos del asma, sobre todo cuando la raíz emocional es muy marcada, agravándose o detonándose las crisis por circunstancias afectivas adversas, por tensiones o adversidades; por el humo en todas sus formas, con gran constricción y una fuerte connotación alérgica, con gran ansiedad*. Cuadros asmáticos repentinos y muy violentos, psicógenos, con terroríficos espasmos en el pecho. Las crisis asmáticas se asocian de manera característica con dolores abdominales; en estos ataques, la lengua suele estar de color rojo* y en los niños pueden observarse accesos de respiración asmática o espasmódica después de reprimendas*. El síntoma de una mejilla pálida y caliente, la otra roja y fría*, síntoma patognomónico por excelencia en Moschus, refleja simbólicamente los profundos conflictos interiores que vive este enfermo y la naturaleza trasgresora hacia su propia fisiología. Sueños difamatorios o de traición*, los cuales simbolizan claramente la falacia existencial que sustenta todo el devenir de esta personalidad. 

 
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