Boletín Homeopático


SEPTIEMBRE 2022

Campos de acción de la Homeopatía
Por Gilberto Quintero Ramírez

  La Homeopatía puede ser prescrita en todo lo que es curable de cada ser humano. Todos, y en cada momento de nuestras vidas, somos candidatos al ejercicio esclarecedor de la acción homeopática pues el ser humano es, por definición, imperfecto pero perfectible. Y dado que no es la homeopatía en sí la que realiza dichos cambios en aras de la evolución personal, sino que es la propia condición a través de la energía vital y la misma conciencia quienes lo llevan al cabo, es por ello por lo que el alcance homeopático es el mismo de la idiosincrasia individual: es decir, la Homeopatía puede curar, transformar, optimizar y corregir todo aquello que la misma naturaleza humana es capaz de hacer por sí misma. Bajo esta misma perspectiva es importante señalar que, aunque pudieran parecer casi infinitas las presentaciones y variantes de cada paciente ante el homeópata, en realidad sólo existen cinco manifestaciones básicas de pacientes en la práctica homeopática, las cuales se extienden de la dualidad clásica de casos agudos y casos crónicos: 1) Indisposición. 2) Agudización. 3) Agudización de afecciones crónicas (miasmáticas). 4) Crónicas (manifestación de los miasmas) y 5) Tratamiento de la personalidad.

  La homeopatía debe entenderse más que como un elemento externo de corrección, como un catalizador de los propios procesos de desarrollo, curación y adaptación humanos. La indisposición es muy semejante a la agudización como presentación clínica, ya que ambos estados se caracterizan por ser transitorios pues la energía vital logra salir avante ante las noxas. La diferencia fundamental entre una indisposición y una enfermedad aguda estriba en que la enfermedad aguda, una vez que desaparece el estímulo enfermante, tiene que desarrollar su ciclo; mientras que la indisposición, que puede comportarse clínicamente igual a una afección aguda, cesa completamente cuando la noxa desaparece. Las enfermedades crónicas no deben confundirse con los síndromes nosológicos como la diabetes, la hipertensión o el cáncer, el lupus, etc. Homeopáticamente, hablar de enfermedades crónicas es hablar de estados miasmáticos, los cuales se traducen en cualquier tipo de afecciones y síntomas que tienden a perpetuarse y a agravarse porque la fuerza vital del individuo es incapaz de hacerles frente de manera eficaz. Las agudizaciones que tienen una base miasmática deben considerarse de una manera distinta pues pueden ceder aparentemente dejando una estela de manifestaciones crónicas. El tratamiento de la personalidad se enfoca sobre todo en los rasgos de cada ser humano, es decir, en aquellas manifestaciones objetivas o subjetivas no necesariamente patológicas, pero buscando sobre todo la optimización y trascendencia.

  La Homeopatía posee, asimismo, diferentes campos de acción sobre la condición individual. Resumiendo, podemos afirmar que puede haber básicamente tres niveles al respecto: 1) Una acción a nivel de las enfermedades. 2) Una acción sobre la individualidad morbosa, es decir, sobre el enfermo y su naturaleza individual y peculiar. 3) Acción sobre la personalidad, es decir, sobre las características particulares de cada individuo que lo distinguen de los demás. La acción nosológica o a nivel de las enfermedades no existe como tal en el verdadero quehacer homeopático, de ahí que “no hay enfermedades, sino enfermos”. Sin embargo, en la práctica cotidiana la gran mayoría de los enfermos buscan alivio y curación para sus “enfermedades” y éstas son manifestadas ante el terapeuta. Si bien no existen ni pueden existir medicamentos que actúen de manera específica en una determinada patología, la clínica homeopática a través de toda su experiencia ha podido encontrar muchos medicamentos con indicaciones precisas en diferentes afecciones con modalidades bien definidas y bajo un contexto de semejanza sólido. Sólo de esa manera podemos hablar de medicamentos homeopáticos con acción en enfermedades precisas.

  Los seres humanos cuando se desequilibran pasan por tres fases progresivas. La primera fase es la sensorial, donde la manifestación es completamente dinámica: la energía vital desarmonizada se hace manifiesta a través del sensorio, es decir de sensaciones y estados emocionales. Un individuo, así, puede referir desde cierto tiempo que algo no está funcionando adecuadamente en su sistema digestivo porque siente un vacío o como si su estómago estuviera lleno, pero no se encontrará ningún indicio de daño o alteración orgánica. Y desde luego que el estómago no está enfermo, es el individuo íntegro y pleno el que está enfermo, y su integridad se manifiesta “sensorialmente” en el estómago: es una percepción kinestésica que no necesariamente tienen que ver con dicho sistema sino una manifestación de todas las esferas que ahora se hallan en desequilibrio. Esta es la primera manifestación de la patología. Y es en esta fase cuando la homeopatía puede tener su acción más amplia y profunda.

  La segunda fase es la funcional. En ella, los diferentes órganos y sistemas comienzan a funcionar de una manera inadecuada. El funcionamiento erróneo puede ser básicamente una hiperfunción, una hipofunción o una disfunción. Este tipo de manifestación, ulterior a la fase sensorial, suele ser considerada como el inicio de las patologías por el mundo médico. La Homeopatía puede curar perfectamente las patologías que se encuentran en esta fase, aunque en la mayoría de los casos la respuesta, por parte del organismo, no es inmediata y requiere de una semejanza de alta calidad. La tercera fase de la patología, la estructural y degenerativa, aquella donde hay cambios intrínsecos en los tejidos e incluso en las células, es la más ardua para la acción homeopática.

  Pero más allá de las fases de la enfermedad, está el individuo lleno de potencialidades y dueño de una esencia original e inédita. Así, nuestra maravillosa terapéutica trabaja sobre todo en esta esencia del individuo llamado a ser feliz alcanzando los altos fines de su existencia, sus potencialidades latentes que le permitirán brindar al resto de la humanidad sus frutos únicos. Esta acción terapéutica y, más aún, transmutadora y potencializadora, se logra únicamente si el homeópata es capaz de percibir aquello que define al sujeto como individuo único y trascendente. A través de su historia, pero también de sus anhelos y esperanzas a la par de sus modalidades, concomitancias y síntomas peculiares. No sólo es preciso listar síntomas, rasgos y signos para que la Homeopatía logre equilibrar nuestras vidas, es menester también identificar qué es lo que define y caracteriza dicha existencia. Ahí entonces es posible iniciar el proceso verdaderamente alquímico para acceder a una vida mejor y más plena y esencialmente fructífera. 

 
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